Sobre la toma de decisiones en la empresa, la disyuntiva es: ¿hasta dónde y cuándo debe llevar adelante el líder su visión sobre un asunto, y qué margen de decisión debe dejar en manos de su equipo?Tengo la impresión de que hoy voy a romperte algún mito romántico sobre gestión empresarial. En concreto, tengo la intención de demostrarte que la toma de decisiones mediante la búsqueda del consenso está sobrevalorada y es nociva.
Definamos bien los términos antes: por decisión de Consenso se entiende aquélla que se toma mediante el proceso de eliminar los factores que generan tensión y diferencias en el grupo, hasta reducirla a una solución compuesta únicamente por los factores en los que todos están de acuerdo y se sienten razonablemente cómodos.
¿Por qué considero que las decisiones por consenso son nocivas en la empresa? Muy sencillo: porque provocan que entremos en una sala de reuniones con el objetivo de crear un Caballo y salgamos habiendo creado un Camello.
Podrías contra-argumentar que no tiene nada de malo haber salido con un animal distinto al que buscábamos si, al fin y al cabo, cuenta con la aprobación de todo el grupo. No coincido contigo. El consenso es contraproducente porque la decisión tomada puede no tener nada que ver con la misión, la visión, la estrategia o los objetivos de tu empresa. El líder de la empresa o del departamento en cuestión fue contratado para llevar a cabo un proyecto concreto con un rumbo concreto. Si se pervierte deja de tener sentido ese proyecto.
Lo que sí debes hacer es comunicar bien a tu equipo que el objetivo es crear un caballo, y fomentar su participación libre y sin miedos para crear el mejor ejemplar equino. Sustituye la búsqueda del consenso por la generación de un clima en que la gente colabore. Aquí está la clave que te permitirá conseguir un equipo eficaz: la Colaboración. Escucha sus opiniones, fomenta la crítica, incorpora los cambios o matices que consideres oportunos para tu caballo y, una vez tengas el mejor ejemplar equino posible, producto del debate y de las aportaciones de tu equipo, ¡lánzalo al galope! Pero no caigas en la trampa de transformarlo en un camello en aras del consenso. Estarías pervirtiéndote, convirtiendo tu empresa en una cosa diferente. Y quien no lo entienda es quien tiene el problema, no tú. Los fundadores –y tú en calidad de representante de su misión- sabían por qué querían montar una empresa que crease caballos y no camellos. No te corresponde cambiar el rumbo, a no ser que seas tú el dueño, claro está.
¿Qué pasa con el nivel de motivación de la organización? ¿No es precisamente el consenso el que permite un mejor clima laboral? Te aseguro que no. La empresa necesita un norte claro, un marco de referencia lo más sólido posible. Cuando es ‘líquido’ o ‘gaseoso’, el clima laboral se resiente y se producen los típicos comentarios de pasillo sobre la falta de rumbo. Eso sí es desmotivador.
Sí que existen algunas excepciones en que el consenso puede y debe ser utilizado en la toma de decisiones. En el próximo artículo me referiré a ellas.
Adelante, sin miedo!
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